Tu parte de atrás del abrigo vista desde el espejo retrovisor de mi coche. Mira que he hecho un Stop de más de cinco minutos, pero no te has dado la vuelta. Quizá oías el motor y seguías haciéndote el duro.
Te hubiese dicho miles de cosas, todas las que te he escrito durante treinta minutos en un email que después he borrado en dos segundos, sin enviártelo. Seguramente todas esas mierdas sean mentira y mañana ya no las piense y esta noche ya tampoco. Pero son verdad y se me atragantan todas así a borbotones cuando te veo despertarte por la mañana, con los ojos llenos de legañas y sin darme ni un beso más que los establecidos en el protocolo.
Realmente todo esto que he escrito no dice nada, igual que tampoco me lo digo yo a mí misma, ni tú a mí, ni yo a ti, ni nadie a nadie.