lunes, 27 de septiembre de 2010

Veinte minutos

La charla te la ha dado Rita a las 22:46
Es lo que hay desde la Iglesia donde ha sido la misa de mi abuela hasta la casa de mi primo (el que era cura porque Dios le llamó para ser cura y que ahora tiene dos hijos porque Dios le llamó para el matrimonio). En esos veinte minutos en coche he entendido un montón de cosas. Que las médicas/os lectores perdonen mi ignorancia al explicar esto: Tiene la espalda muy jodida, pero mucho muchísimo. Lleva dos años de baja y no puede levantar peso, ni dormir sin empastillarse, ni hacer ciertas posturas, ni casi andar con normalidad. Le operaron y tiene una especie de cableado en la espalda, con tubos y demás historias alrededor de la columna, incluso algunos rozando la médula espinal. Además le pusieron un apararito inventado por un americano de Minneapolis que cambia de posición según la postura que él tenga, si está tumbado el aparato está de una forma, si está sentado de otra, y así. Bueno, resumiendo, que está a un paso de que le den la baja por incapacidad y a dos de acabar en una silla de ruedas. Va a miles de médicos a que le hagan revisiones periódicas, y entre ellos, al que más suele visitar es al psiquiatra, el cual no entiende que un dolor crónico como el que él lleva sufriendo más de dos años no le haya producido ataques de ansiedad, episodios de violencia con su pareja o sus hijos o una profunda depresión. La tranquilidad con la que mi primo estaba contando esto, a la vez que hacía bromas diciendo que sonaba en los aeuropuertos y en El Corte Inglés cuando pasaba por los arcos anti robo, me ha llevado a entender por qué fue cura, teólogo y sin duda la persona más religiosa que yo conozco. Dios ha querido que eso le esté pasando y para él es suficiente para sufrirlo sin más. Además, después de todo este sufrimiento en vida está la vida eterna en la que ya no tendrá ningún dolor y bla, bla, bla... Es terrible, pero he admirado su capacidad de afrontar algo que despertaría los instintos más asesinos en el resto de los humanos.

7 cosillas on "Veinte minutos"

Justine dijo...

No entiendo una cosa: si tan bien está, ¿por qué va tanto al psiquiatra?
Por otro lado, es la historia de siempre. La ignorancia es la forma más fácil de ser feliz, pero, ¿quién escogería la pastilla azul?

Rita on martes, 28 de septiembre de 2010, 7:29:00 CEST dijo...

Está todo lo bien que se puede estar cuando tienes un dolor constante 24 horas al día durante dos años... osea, mal.

Cars dijo...

Siempre hay un consuelo para ellos. Lo que me molesta de eso no es lo que ellos crean, sino que intenten que todos pensemos como ellos. Lo de siempre, vamos, pero que tú primo estando así, sea capaz de tomárselo de esa manera, me parece admirable, sinceramente. Y oye, me alegro!

cars dijo...

El "tu" de "tu primo" va sin acento...!

Rita on martes, 28 de septiembre de 2010, 21:21:00 CEST dijo...

Este blog ama las tildes

Justine dijo...

Hoy me han hablado en el hospital de una pareja joven, ella con 28 años. Portan una anomalía genética que hace que haya un 50% de posibilidades de que sus hijos nazcan con síndrome de Down. Y son del Opus Dei.

Ya tienen dos. Los dos con el síndrome. No se pueden usar métodos anticonceptivos, no se puede abortar, ni siquiera se puede hacer selección de embriones para implantar únicamente los sanos. Todo está prohibido, salvo someterse a las ansias reproductoras de Dios. Si realmente él quiere eso, menudo hijo de puta. Lo último que se me ocurriría es adorarlo.

Rita on jueves, 30 de septiembre de 2010, 0:10:00 CEST dijo...

Joder.

Joder.

Imagino que su alivio está en que a una vida terrenal jodida le corresponde una vida perfecta en el cielo, allí donde todo es verdadero y eterno.

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