Dr.House

Pues que llego a la tutoría y ya están allí todos los que se habían apuntado para corregir (lo comento porque eso nunca pasa, siempre se llega por el centro, más o menos...). Dejo pasar a todos delante, a pesar de que entrego en abril y tengo preferencia sobre el resto de la humanidad, pero es que tenía pánico a esta corrección... Llega mi turno y mi querido tutor bipolar descubre que alguien se ha colado sin haberse apuntado. En ese preciso momento empiezan a sucederse una serie de acontecimientos que se escapan de mi llano y bloqueado entendimiento (llevo una semana durmiendo más bien poco y con una actividad cerebral monótona, entre el gimnasio y comandos de autocad), además de que últimamente desconecto mucho cuando (me) hablan, y me pongo a pensar en mis cosas (ese gran desconocido) .

El resumen de todo esto, que quizás debería haber resumido antes y no ahora: que se vuelve toloco el colega. Pero bestial.

Se levanta, empieza a agitar los brazos, a gritar, a tirar hojas (A1s), a dar golpes. Todo esto pinta fatal. Tragedia segurada. Nina con cara entre las manos. Nina con ojos llorosos. Claro, yo llegados a un punto, también me levanto, porque ahí sentada me sentía pequeña y más indefensa de lo que me suelo sentir normalmente.

Todo terrible, el augurio del fin de mi mundo como persona, llamémoslo semiequilibrada. En su explosión de locura, hasta se rompe una patilla de las gafas.

A mitad de la interpretación estelar de este sabio señor, desbloqueo el cerebro y empiezo a captar que en el mensaje hay un trasfondo positivo... Dice que me lo crea. Dice que si colgamos dos planos en la pared del pasillo la gente va a flipar. Dice que voy a sacar sobre.

Que está todo de puta madre.

Y me lo dice AHORA. 2012, 27 añazos, y muchas ganas de ordeñar vacas y plantar tomates.